Solo hay que prender la televisión o ver las portadas de revistas en la fila de la tienda para poder ver cuerpos bonitos. Literalmente ver casi cuerpos enteros. Lo que hasta hace poco me daba un poco de coraje al ver, no solo porque tengo una hija pequeña que puede ver todo eso, sino porque sé que el dinero es la meta de muchos estos medios de comunicación, ahora me da mucha tristeza y mucha preocupación. Tenemos un cuerpo hermoso que Dios nos dio y realmente no reconocemos el valor que tiene. Hay mucha confusión en el mundo y vivimos rodeados con lo que no es verdad.
Eventos en la historia de nuestro país, cambios en la cultura y lo que es aceptable han sido la causa de que las personas (especialmente las mujeres) sean tratadas como objetos. No es justo. Cada persona tiene un valor y una misión en esta vida y sucede que las personas ya no son vistas como un ser y una alma que Dios creo. Al poner a una persona así en fotografías, cine, o televisión, las ponemos para el placer de cualquier persona, que ni si quiera conoce o llegara a valorar a la persona que realmente es. Lo irónico es, que la revolución sexual y el feminismo (que supuestamente llegaron para liberarnos) nos han dejado en peor situación de lo que estábamos.
En el último siglo se establecieron los anticonceptivos, el negocio de pornografía se ha vuelto un negocio multibillonario, y en solo 38 años desde que se legalizo el aborto, 53 millones de bebes han sido abortados. El mundo ha destrozado algo muy bello y muy significante de la humanidad – la sexualidad. No entendemos lo hermoso que es y el significado que tiene. Un hombre toma a una mujer como algo disponible en muchas ocasiones. Al igual, una mujer hace lo mismo con un hombre. Nos hemos negado las cosas buenas. Nuestro cuerpo lo exponemos, porque es lo que ha dicho el mundo que debemos hacer para ser admirados y amados. Muchas veces decimos, “Pues, yo tengo confianza en mí mismo(a), no me da pena mostrar lo que tengo.” Y no nos debe de dar pena (somos creaturas que Dios creo), sino que hay que proteger lo que es valioso, lo que es bendito, lo que tenemos para unir en el sacramento del matrimonio.
Hace unos meses tome una clase de Teología del Cuerpo. Tomar esa clase fue como poder ver el mundo con ojos nuevos. Yo, igual los otros alumnos, nos decíamos. . . “Si solo hubiera tomada esta clase hace unos veinte años, cuantos problemas y dolor me hubiera evitado”. En serio, el mundo nos dice muchas cosas, y la mayoría de lo que nos dice, no es verdad. Gracias a Dios también en último siglo, el Beato Juan Pablo II nos regaló un tesoro de enseñanzas a lo que se refiere al cuerpo, la sexualidad humana, relaciones humanas, y el matrimonio. Alomejor pensamos que la iglesia solo se refiere a la sexualidad como algo de cual no se debe hablar, pero es todo lo contrario. Un padre de nuestra parroquia dijo una vez “¿Como que Dios no debe estar en medio de nuestras relaciones sexuales? ¿Quien creen que lo invento?” Tiene razón, nuestro Dios que creo cada cosa en este mundo para nosotros y para un objetivo, como no iba a crear nuestros cuerpos y la unión física para cierto propósito y para reflejar su amor. Pero al igual, hay un enemigo en este mundo que desea y ha cumplido separar lo que es de Dios y voltearlo a su favor.
Hay mucho que aprender de lo que escribió el Beato Juan Pablo II, y recomiendo que cuando tengan la oportunidad, tomen una clase en su parroquia o lean libros acerca de este tema. La Diócesis de Austin en ocasiones ha ofrecido pláticas o clases acerca de La Teología del Cuerpo. Algo que realmente me ha impactado, es entender que definitivamente la unión de un hombre y una mujer debe ser completa – sin límites, y que nunca debemos dejar a Dios fuera de la relación, porque Él es parte de la unión. Primero, cuando no se entrega uno en el matrimonio, hemos limitado nuestro amor y el amor de Dios. Segundo, el uso de anticonceptivos, no es una entrega completa, aun y especialmente en el matrimonio. (Planificación Familiar Natural, es lo que la Iglesia nos provee, que NO es método de ritmo, sino un sistema muy avanzado basado en muchos estudios y cual respeta nuestros valores Católicos.) ¿Y en realidad no es lo que buscamos? ¿Amor completo? Somos humanos y naturalmente deseamos ser amados completamente y sin límites. Por último, como padres de familia, deseamos lo mejor para nuestros hijos. Los niños ven y aprenden del ejemplo que les damos. Si de una forma u otra queremos contribuir a un mundo más estable más enfocado en la verdad, hay que empezar en nuestras propias familias.
Como va la familia, va el país, y así va el mundo entero en el que vivimos. (“As the family goes, so goes the nation and so goes the whole world in which we live.” –Beato Juan Pablo II)