Estas a punto de entrar a una de las aventuras más bellas de tu vida. Estoy muy feliz y contenta por esta ocasión. Podría platicarte de cómo te he visto crecer a través de los años y todo eso pero estoy segura que tu mamá y tu papá tendrán bastante de esos comentarios para ti. Mejor, veo hacia el futuro y rezo desde el fondo de mi corazón que algún día recuerdes este día con alegría al reconocer la gracia inmensa que se derramo en el día de tu boda.
Mira, tú y el hombre que pronto será tu esposo, estarán frente al altar y todos escucharan al verlos pronunciar sus promesas ante Dios y Su iglesia. Pero lo que no será visible al ojo humano, es la gracia abundante y las bendiciones que les dará el Espíritu Santo. El amor infinito del padre Dios y su hijo Cristo, en el Espíritu Santo serán desde ese momento, la fuente continúa del amor que se tienen. Dios mismo, reforzará y sellara sus promesas, haciéndolas, irrompible al hombre. Para algunos tal vez esto da miedo, pero debe darte un sentido profundo de consuelo y paz porque no estarán solos en el paseo de la montaña rusa del matrimonio ustedes solos.
No estamos hablando de un simple contrato o acuerdo entre dos personas que resulta de la compatibilidad y estar enamorados. Es un pacto y uno de los mejores regalos en la vida con Cristo, pero tenemos que seguir aceptando continuamente y voluntariamente, la gracia que Él nos ofrece. Jesucristo estará contigo en la Eucaristía y cada vez que vayas a Él en el sacramento de la confesión.
Y por cierto, ese último, es absolutamente necesario. Ponlo en tu calendario o haz lo que tengas que hacer para llegar ahí, almenos una vez al mes. No te preocupes por lo que tu esposo tal vez haga mal en tu perspectiva, preocúpate por lo que sea un obstáculo para ti en amarlo a él como Cristo te ama a ti. El amor que darás, el verdadero amor, no solo besos y abrazos, pero el amor que tiene que ver con esos actos desinteresados, serán posibles a través de la gracia de Dios y darán fruto a través de su gracia también.
Respeto y Perdón:
Respeta a tu esposo como el líder de tu hogar. El será el líder espiritual y el protector de tu familia. Si no están de acuerdo, platiquen claro, pero más importante, ¡RECEN! Recen juntos, reza tú por él, reza por ti mismo, reza por todos los matrimonios y todas las familias. Reconoce que papel que tu esposo tiene es muy importante y que tus oraciones por el son muy importantes.
Unas de las cosas más difíciles para las mujeres, al escuchar los mensajes del mundo, es pensar cuanto merecemos, cuanto se debe hacer por nosotros, y todos los derechos que tenemos. Sí, tenemos valor como los hombres. Yo diría que mucho valor porque damos luz a los hijos, pero cuando escuches “que las esposas se sometan a sus maridos” no te estremezcas y pienses en esas protestas con letreros que dicen “derechos iguales”. Respeta a tu marido por consideración a Cristo. (Carta a los Efesios 5:21) Cuando das honor a tu esposo, estas dando honor a Dios. Ese bello amor que tienes en tu esposo es un regalo directamente de Dios.
Perdona porque tú has sido perdonada. No 7 veces, sino 77 veces (Mateo 18:22), escríbelo en tu pared o estámpalo en tu frente. Esto no quiere decir que todos tienen un pase libre para hacer lo que quieran. Esto quiere decir que tienes que liberarte de tu orgullo, que muchas veces, si sigues aferrada a el, creara un enorme y largo desacuerdo o coraje, que probablemente fue causado por algún pequeño y menor acto sin sentido por falta de amabilidad.
Escucha o lee las escrituras cada día. La Palabra viva de Dios de transformara y te guiará en tu papel como esposa y mama.
Pasa tiempo con Jesús en adoración. Cuando no sepas que hacer o tengas algo que tal vez parece muy difícil, Él te dará paz, descanso, y dirección. Vayan juntos si pueden. No es probable que pongan a pelear ahí frente a Jesus. Si vas sola, entonces regresaras con una extra dosis de amor para compartir. Es el mejor lugar en donde estar, en cualquier momento.
En caso que no te hayas fijado, el tema aquí, es Jesus. Si claro, necesitan dedicar tiempo para estar juntos, saber cómo manejar sus finanzas, y tener un buen sentido del humor, pero cuando tienes a Jesús en el centro de tu matrimonio, todo eso llega.
¿De dónde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendición, que los ángeles proclaman, y el Padre celestial ratifica? ¡Qué matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor; nada los separa, ni en el espíritu ni en la carne; al contrario, son verdaderamente dos en una sola carne. Donde la carne es una, también es uno el espíritu (Tertuliano, Ad uxorem 2,9; cf. FC 13). Catecismo de la IglesiaCatólica 1642
Última nota – mantente cerca a nuestra Santa Madre María. Ella conoce y ama a Jesús más que ninguno de nosotros. Ella estará ahí contigo, rezando por los dos.