Dios nos quiere despiertos
Despiertos para ver, escuchar y responder a la angustia de los hombres heridos. La tragedia por el paso del Huracán Harvey en Texas, Houston parece no terminar. Son miles los que ha la fecha de hoy no han podido recuperarse.
Los estragos son incalculables. Nunca en la historia de Texas, como ya se ha escrito, se había visto tanta pérdida. No se han salvado pobres ni ricos pues el agua se ha movido indiscriminadamente donde ha querido y como ha querido.
Ancianos sin casa, familias sin techo.
Una de las escenas que más me impacto es la de un niño de tres años agarrando a un puente, su mamá había perdido la vida y tuvo tiempo de salvarlo a él.
Pienso en ahora su herida ante la experiencia vivida. El miedo en la cara de su mamá, el agua corriendo, la lluvia cayendo.
Mamá y yo en sus brazos, mamá salvándome y luego desapareciendo tragada por el agua, arrastrada por la corriente.
Dios tiene un plan con todo esto. Que tú y yo despertemos, vivamos despiertos a la oración. Porque la oración sensibiliza, despierta el alma.
La oración deja abierta la puerta del egoísmo, te invita a mirar desde el interior el mundo, lo que pasa en el mundo, quizá la tragedia. Entonces te das cuenta, como dice el evangelio , que nadie sabe el día ni la hora y que por ello hay que vivir despiertos.
Vivir despierto es vivir consciente más allá de mi vida y de mi mundo, es estirar los ojos, potenciar la mirada y encontrar así el lugar a donde Dios nos llama para hacer algo, para vivir también ahí.
Si quieres tener una vida de oración comienza hoy. Corre a una capilla, arrodíllate, pide a Dios la voluntad de hacer oración. Te conocerás, lo conocerás a Él, sabrás que es lo que necesita de ti. Y ¿cómo hablar con Dios? simplemente como uno habla con un amigo a quién uno quiere mucho y con quién le gusta estar. No se piensa lo que se le va a decir, simplemente se le dice y abre el corazón porque uno cree en ese amigo. Dios es el mejor de los amigos y tú y yo estamos hechos para ser sus amigos. Amigos de Dios ayudando a sanar el mundo.
María, madre del amor hermoso, ayúdame a convertirme en un alma dócil como tú.