Si hay una parte de nuestra fe Católica que nos da miedo a veces, es el sacramento de la confesión. Es difícil admitir que hemos desobedecido a Dios y como dañamos a los demás. Pero si hay algo que nos ayuda como una dosis de antibiótico contra el pecado y la tentación, es la confesión. Necesitamos ese encuentro con Jesús en la reconciliación. Así como en un matrimonio hace falta pedir perdón cuando fallamos a la persona que amamos, así también en nuestra relación con Jesucristo, le debemos pedir perdón cuando lo hemos lastimado.
Otros cristianos nos preguntar que por qué hay necesidad de confesar los pecados a un padre. Podemos confesarnos directamente a Dios y en privado. ¿Y si podemos hacer esto pero vamos a ser realistas, que tan honestos somos con nosotros mismos? Que tan frecuente nos sentamos a examinar nuestra consciencia por nuestra propia cuenta y en detalle?
Jesucristo nos dejó este hermoso sacramento donde nos espera para darnos misericordia, consuelo, y compasión. El padre está ahí escuchando pero está en la persona de Cristo. Es consuelo para el alma escuchar las palabras “Yo te absuelvo de tus pecados, en el Nombre del Padre, Del Hijo, y Del Espíritu Santo”. Les dijo a sus apóstoles:
“Todo lo que aten en la tierra, el Cielo lo tendrá por atado, y todo lo que desaten en la tierra, el Cielo lo tendrá por desatado.” Mateo 18:18
10 puntos importantes de este sacramento:
1. El padre no puede quebrar el sello de la confesión. La confesión de cada persona es absolutamente privada y el padre no puede decirle a nadie lo que le han confesado.
2. Toma tiempo para hacerte las preguntas de la examinación de consciencia. Hay solo 10 mandamientos pero hay muchas formas de cometer los pecados que incluye cosas como dañar a otros con el chisme (No dirás falso testimonio ni mentirás.), u omitir la oración en nuestra vida diaria (Amaras a Dios sobre todas las cosas). Tenemos tiempo para los deportes o para el Facebook? Entonces tenemos tiempo para rezar y leer la Biblia.
3. Jesucristo está ahí para PERDONARNOS no para condenarnos.
4. Si hay pecados veniales (no son grave pero que afectan nuestra relación con Dios) que no siguen tropezando, no te des por vencido, regresa, confiésalos cada vez, porque Dios te está dando la gracia para sobrepasar esos pecados aunque no sea evidente inmediatamente.
5. La Iglesia solo nos pide confesarnos una vez al año, pero es recomendable ir cada mes. Somos frágiles y humanos y cuando nuestros lentes se empiezan a borrar, es difícil ver la verdad con claridad. Nos empezamos a justificar. La confesión crea conciencia.
6. Si hemos cometido un pecado grave como adulterio, fallar a misa deliberamente, o tener coraje extremo, debemos ir a confesión antes de recibir comunión.
7. Cuando recibimos ese misericordia preciosa, hagamos lo que hagamos, nos vamos dando cuenta que nosotros no tenemos el derecho de negar el perdón los demás. Dios nos da la gracia para perdonar y dar misericordia.
8. Recuerda que los padres ya han escuchado todo tipo de pecado. No le vas a dar un susto. No vas inventar un pecado nuevo. El pecado es aburrido. ¡El regreso al Corazón de Jesucristo de un alma arrepentida si es maravilloso! Eso es causa de júbilo para Jesucristo y el sacerdote.
“Yo les declare que de igual modo habrá mas alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.” Lucas 15:7
9. El arrepentimiento es necesario para realmente ser absueltos de nuestro pecado. Si no hay intención de no seguir cometiendo un pecado, no estamos realmente arrepentidos. No quiere decir que no caeremos de nuevo en la tentación pero si es necesario el deseo de no seguir en el mismo pecado.
A la mujer que iban a matar apedreadas, le dijo: “Yo tampoco de condeno. Vete y no vuelvas a pecar en adelante.” Juan 8:11
10. El pecado es esclavitud. Cuando nos acercamos a la luz, Jesús nos libera de las cadenas de esos pecados. Él es la Luz que sobrepasa toda obscuridad.
“Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.” Juan 12:46
Ahora que estamos en la temporada de cuaresma, en un tiempo de conversión, es ideal recibir este sacramento. Murió por nuestros pecados. Sufrió por nuestros pecados. Nuestro Amado desea nuestro corazón entero. El pecado nos aleja de Él, pero así de fácil podemos ir a reconciliarnos con El. Él nos sana el alma. Vamos al doctor cuando estamos enfermos del cuerpo. ¿Entonces porque no vamos a El que nos puede sanar el alma?
“Viendo Jesús la fe de ellos, dijo, “Amigo, tus pecados te son perdonados.” Lucas 5:20
Ahora Yavé les dice: “Vengan, para que arreglemos cuentas. Aunque sus pecados sean colorados, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca. Isaías 1:18