Pecados capitales. . . .suenan tan serios y como algo que solo cometen los criminales. Hasta puede ser que el mundo se ha olvidado que existen. Hay veces que así parece. El otro día me recordó una plática en Relevant Radio de los pecados capitales y de que nos vamos olvidando como sociedad de estos pecados. Los tomamos a la ligera. Hoy en día todo es permitido. Nos preguntamos “¿Porque nos preocupamos, si no estamos dañando a nadie?”
En nuestra vida cristiana estos 7 pecados dañan a nuestra relación con Jesucristo y nos apartan de Él. Se entremeten como un virus de computadora o como una amante en un matrimonio.
Cuidado y Alerta. . . .Aquí les va la lista con unos ejemplos.
1. Lujuria – Buscando placer a través de los cuerpos de las personas – en películas, imágenes, libros, buscando placer para nosotros sin reconocer que cada persona merece nuestro respeto como tesoro de Dios.
2. Gula (Glotonería) – Comer o beber demasiado, sabiendo que hay personas con hambre y no las ayudamos, beber hasta perder el control. Nuestro vicio se convierte en nuestro Dios.
3. Avaricia – Querer acumular más y más dinero o cosas materiales. ¿De verdad necesitamos todo lo que compramos o lo que tenemos y negamos dar a alguien más?
4. Pereza – No hacer el intento en lo espiritual y la oración por pereza.
5. Ira – Explotar con emociones de coraje, buscar o desear la venganza
6. Envidia – Querer lo que alguien más tiene en lo material o lo espiritual, deseando tener más que alguien más.
7. Soberbia – Tener orgullo demasiado en sí mismo, no reconocer que todo lo bueno que somos y lo que tenemos viene de Dios. Nos volvemos en nuestros propios Dioses porque lo podemos hacer todo solitos sin ayuda de nadie, ni de Dios.
Lo bueno es que hay antídotos – practicar la pureza, el ayuno, generosidad, diligencia, paciencia, mansedumbre, y humildad. Podemos tener confianza de ganar la batalla contra estos pecados porque Dios nos acompaña en nuestro camino. Más bien ya ganó la batalla en la cruz y nosotros nos seguimos escapando para lado contrario como si no tuviéramos todo lo que necesitamos en El. Dios nos da la gracia para superar todas estas cosas que nos hacen tanto daño. Solo hay que aceptar su ayuda. El sacramento de confesión es el lugar perfecto para empezar. Ahí podemos encontrar y recibir la misericordia de nuestro Dios Padre y Él nos libra de las cadenas que nos atrapan.