Muchas veces nuestros hermanos cristianos que nos son Católicos nos preguntan qué porque Jesús no está al frente y centro de nuestra fe. Nos ven con La Virgen María, los Santos, y nuestros rosarios y nos preguntan porque no entienden. Frecuentemente piensan que ni leemos la Biblia, La Palabra de Dios. Tal vez es por qué no se ve todo desde afuera. En muchos casos no han tenido la oportunidad de conocer lo que realmente es la fe Católica. Lamentablemente, hay veces es por que que han visto falsa representación cuando somos Católicos solo en nombre pero no en nuestras vidas.
Este domingo cerramos el año litúrgico y el año de la Fe con una celebración muy importante en nuestra fe como católicos. Es la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Es una celebración que se instituyó en 1925 por el Papa Pío XI para combatir el rechazo de Cristo en el mundo. Fue establecido para aclamar frente al mundo que Dios es Rey del Universo y Rey de nuestros corazones. Nuestra lealtad es a Cristo. Por eso honramos a su madre, la reina del cielo. Por eso los santos vivieron vidas increíbles. Por eso murieron los mártires. Por un verdadero rey.
Con esta celebración anunciamos que Jesús es el Rey de Reyes. De esto se trata nuestra fe. Todo lo que escuchamos en el Evangelio a través del año es de su vida y su Reino. Él es el Creedor de mundo. Él es la nuestro redentor y nuestra única salvación. Por eso llevamos la cruz con nosotros y por eso la ponemos en alto. No es amuleto de la buena suerte. Es la cruz bendita donde murió nuestro rey.
Jesús respondió: “Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí.” Pilato le dijo: “¿Entonces tú eres rey?” Jesús respondió: “Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz.” Juan 18,36-37
Jesús vino a ser el rey de nuestras vidas y de nuestros corazones. Vino a darnos el ejemplo con su propia vida. Vino a servir y no para ser servido. Nos enseñó lo que es el amor. Él es el rey de justicia, verdad, y paz.
Se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor.” Carta de San Pablo a los Filipenses 2, 9-11
Es muy importante tener una relación con Él porque es lo que tenemos cuando amamos a alguien. Pero hay algo importante que no debemos olvidar, especialmente en el mundo ocupado y caótico en cual vivimos hoy. Debemos darle el lugar propio a nuestro Rey. Tenemos tiempo para muchas cosas en nuestras vidas – nuestros pasatiempos, nuestra diversión, tiempo para nosotros, y todo lo demás. ¿Le damos suficiente tiempo a Él? ¿O le damos más tiempo y honra a otros reyes – nuestros ídolos de música y fama, el dinero, nuestro trabajo, los deportes, nuestra belleza, etc.? ¿Cuidamos solo de nosotros o también a los que ama el Señor?
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los cabritos. Y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.” Mateo 25,32-36
Este domingo será bueno para examinar nuestras vidas y hacer nuestros mejores esfuerzos por ser fieles a Dios en todo. Él debe reinar en nuestros corazones, nuestras mentes, y todo nuestro ser. Él debe ser el rey de nuestros hogares y todo nuestro trabajo. No solo con palabras sino con todas nuestras acciones. No quiere decir que tenemos que llegar ser santos de la noche a la mañana. Toma tiempo para ir entregándolo todo a Él, pero empecemos con algo. En este mes que recordamos a los que han muerto, no olvidemos que no tenemos el día de mañana prometido. Ya sabemos que nuestros días en esta vida tienen final. No podemos perder mucho tiempo sin hacerlo.
En tiempos como ahora cuando el mundo dice que Cristo no es Rey cuando rechaza sus leyes y su majestad en el gobierno, las escuelas, matrimonio, y todo lo demas, no dejemos de gritar, “Viva Cristo Rey!” por que su reino es eterno y sobrepasara todo lo de este mundo.