Hoy deseo que encuentres un lugarcito en tu corazón y tu mente para que recuerdes los eventos de hace más de dos mil años. Un hombre llamado Jesús de Nazaret, se preparó para dejar a sus amigos, para entregarse a sus enemigos, para sufrir, y salvar a la humanidad en la cruz.
Les dio dos sacramentos para continuaran lo que les encargó – el sacerdocio y la comunión. Les encargo que se amaran siempre. Compartió la cena con ellos, les lavó los pies, y les dijo que ya se iba y no podrían ir a donde Él iba. Me imagino que los discípulos sintieron todas las emociones esa noche – paz, confusión, amor, temor, tristeza, e incertidumbre.
Hoy por la tarde, ve a misa. Ponte en el lugar de ellos y escucha Sus palabras. Deja que te te enseñe a lavarles los pies a nuestros hermanos. También reza por nuestros sacerdotes que hoy renuevan sus promesas. Son los pastores que siempre cuidan de nosotros y nos dan los sacramentos que Jesús puso en sus mano en esa última cena.
También toma unos momentos para entrar al jardín de Getsemaní. Ahí, donde empezó su pasión, a pesar de su dolor, se entregó a la Voluntad del Padre – Todo por amor a cada uno de nosotros.