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Definitivamente, la temporada de Adviento está a la vuelta de la esquina. A pesar de que existen muchos signos que nos ayudan a ver que esto es cierto, hay uno que es claro y consistente. Podríamos pensar que los adornos de Navidad son este signo que nos hace ver que estamos cerca del Adviento. Sin embargo, cada año parece que la temporada de ventas Navideñas se presenta cada vez más por adelantado en el calendario. En este momento, la mayoría de las tiendas, sobre todo los grandes supermercados, ya tienen árboles de Navidad, inflables de Santa Claus, y un sin número de adornos. Recuerdo haber visto en una de estas tiendas este tipo de decoraciones incluso semanas antes de Halloween. Por lo tanto, este ya no es un signo confiable.
Otro signo es el cambio en el clima. Los primeros “nortes” de la temporada comienzan a bajar la temperatura. Los árboles cambian de color y algunas plantas de otoño retoñan con sus flores particulares de la temporada. Sin embargo, en el caso del Centro de Texas esto no es correcto este año. Debido a la sequía que se ha sufrido este año y el número tan largo de días de calor extremoso. Es difícil pensar que estemos en este momento a mitad del otoño. Por lo que una vez más, este signo no es tan confiable como pudiera parecer.
Sin embargo, un signo seguro que nos hace ver la cercanía con el Adviento son las lecturas de la Misa dominical. Este domingo pasado, tuvimos en la segunda lectura y en el Evangelio dos ejemplos de lecturas que apuntan al fin del año litúrgico y por ende al Adviento. En la segunda lectura, escuchamos de la primera carta a los Tesalonicenses de San Pablo el famoso pasaje que tanto ha sido abusado por algunos grupos Protestantes que creen en la doctrina del Rapto. No pienso hablar de este tema en este momento, sin embargo, es claro viendo la evidencia de las Escrituras que esta doctrina es una simple tradición de un grupo pequeño de protestantes sin bases bíblicas o históricas. La Iglesia nos enseña que no existirá un punto medio donde Nuestro Señor vendrá a la tierra a “capturar” un grupo pequeño de seguidores para luego en otro momento en el futuro venir definitivamente a juzgar a vivos y muertos. La Iglesia enseña infaliblemente que la próxima venida de Jesús, la Parusía, será la venida definitiva que traerá el Juicio Universal.
También escuchamos en el Evangelio la parábola de las 10 vírgenes, 5 de ellas estaban preparadas y las otras 5 no tomaron las precauciones adecuadas para poder recibir al novio. Ambas lecturas no hacen reflexionar de manera general sobre la Parusía y de manera particular sobre el día de nuestra muerte.
Es precisamente este tipo de lecturas que nos muestra sin duda alguna que estamos próximos al Adviento. En unas cuantas semanas, estaremos festejando el fin del año litúrgico con la Solemnidad de Cristo Rey y entraremos a una de las temporadas litúrgicas que más disfrutamos en nuestra familia. Adviento no es solo cuatro semanas que nos preparan para la Navidad. También debe ser una temporada en la que reflexionamos y esperamos esta segunda venida de Jesús. No solo celebraremos el nacimiento en Belén, sino que debemos también de celebrar el nacimiento de Jesús en nuestros corazones.
Mencionaba que es una de las temporadas litúrgicas que más disfrutamos en familia gracias a las diversas actividades que tenemos y hacemos durante estas cuatro semanas. Primero, claro está que tenemos los adornos los cuales tratamos de mantener con un tono de Adviento y evitamos adornos explícitos de Navidad. Estos últimos son reservados para el día de la Navidad y la Octava de Navidad.
El nacimiento o Belén lo ponemos normalmente en la semana de Acción de Gracias. Tratamos de hacerlo lo más grande posible, lo cual puede ser tan grande como el espacio de la sala principal. Esto lo podemos lograr gracias al número de figuritas y edificios que tenemos. El nacimiento ha sido una tradición que he vivido siempre desde mi niñez, mis padres siempre ponían el nacimiento muy grande con figuras de barro sobre cajas cubiertas por musgo y heno. En nuestro caso tratamos de representar el pueblo de Belén en donde tanto la vida del pueblo como la de sus alrededores pasan sin saber lo que realmente está sucediendo. Tenemos a los peregrinos, José y María, quienes llegan al pueblo buscando posada. Las figuras las movemos conforme pasan los días hasta que llegan al pesebre. Después, moveremos ángeles, pastores, y un poco más adelante a los reyes magos.
Con respecto al árbol de Navidad, hemos decido desde hace 2 años el substituirlo con el árbol de Jesé (Isaías 11: 1), esta es una hermosa tradición que se remonta a varios siglos. Se pueden observar en algunas catedrales europeas, vitrales con este árbol el cual presenta a Jesé, el padre de David, y sus descendientes quienes son el linaje de Jesús. Durante las 4 semanas, recorremos la historia de salvación a través de las Escrituras desde Adán hasta Jesús. Ya entrado el Adviento, planeo escribir en más detalle sobre esta tradición.
Finalmente, Santa Claus ha sido desplazado al 6 de Diciembre y correctamente festejado dentro de la fiesta de San Nicolás. Este cambio fue difícil por el peso social que conlleva, pero, decidimos después de varios años de reflexión que la mejor manera de recibir la Navidad es poniendo a Jesús en el centro y eliminando las distracciones que no sean adecuadas. Por esta razón, nuestros hijos siguen escribiendo sus cartas y recibiendo regalos pero ahora sucede al principio de mes. Nuestra idea es que conforme esto se vuelve más natural, en lugar de esperar regalos el 24 de Diciembre, cada uno de nosotros nos demos de regalo a Nuestro Señor por su venida a este mundo. Esto lo comenzamos el año pasado y vimos cambios durante el día de Navidad ya que lo importante no era que me va a traer Santa, ya que ya había llegado 3 semanas antes, sino Jesús va a nacer esta noche.
No importando como ha celebrado en el pasado el Adviento, yo lo invito este año hacer un esfuerzo de por lo menos comenzar con la corona de Adviento y tener una conciencia durante esta temporada de lo que significa la Navidad. Es difícil y un gran reto, pero el caos que trae las compras y eventos de final de año deben ser puestos a lado para que al final cuando estemos en Misa ya sea el 24 en la noche o 25 en la mañana, podamos decir con alegría y gozo que estamos listos para recibir una vez más al Príncipe de la Paz y Luz de las Naciones.