La Sagrada Tradición, coloquialmente llamada Tradición con “T” mayúscula, se distingue de otras tradiciones,” t” minúscula, ya que ella es un grupo de enseñanzas que fueron recibidas directamente de Jesucristo y el Espíritu Santo por los apóstoles e íntegramente transmitida a sus sucesores a través de los tiempos (cfr. CIC 80-83). En un futuro blog escribiré en más detalle sobre esta relación y la importancia del Magisterio.
De esta manera el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos explica que se pueden distinguir un sentido literal y uno espiritual en la Escritura. El sentido literal como su nombre lo dice es el sentido que nos hace ver lo que el texto significa. Para poder entender adecuadamente este sentido literal es crítico reconocer el tipo de literatura que se está utilizando en el pasaje que se está leyendo. Por ejemplo, pude ser poesía, narración, historia, parábola, profecía, etc., cada libro de la Biblia fue escrito en un género literario específico y diferentes secciones del texto tienen diferentes estilos.
Pongamos algunos ejemplos del sentido literal y la importancia del género literario. Mateo 14:22-36 nos narra a Jesús caminando sobre el agua. Esta es la historia en la que Pedro le pide al Señor que le permita caminar hacia Él. El sentido literal de esta narración es muy simple, Jesús caminó sobre el agua y Pedro logró esto mismo por el poder de Jesús. No existe otra explicación es simplemente un milagro y se debe entender de esta manera. El tratar de dar otra explicación como alguna vez escuche sobre este texto que Jesús caminó en el agua ya que existían pedazos de hielo que le permitían acercarse a la barca, es simplemente pérdida de tiempo.
De manera similar se puede hablar del milagro de la multiplicación de los panes, relatado precisamente en el párrafo anterior Mt 14:13-21. La interpretación literal es simplemente que Jesús milagrosamente alimento a cinco mil hombres sin contar mujeres y niños, utilizando 5 panes y 2 peces. El tratar de torcer la interpretación y explicar que en realidad todos traían su comida y compartieron caritativamente y lo único que hizo Jesús fue motivarlos a compartir, es un abuso excesivo en la interpretación de la Escritura que no tiene ningún fundamento ni verdad.
El sentido espiritual de la Sagrada Escritura se subdivide a su vez en tres categorías: alegórico, moral, y anagógico (CIC 117). De esta manera el sentido alegórico (“hablar figuradamente”) nos ayuda a ver en acontecimientos pasados un significado en Cristo. “El paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cfr. 1 Corintios 10:2)” (CIC 117).
El sentido moral nos conduce a obrar de manera justa y son importantes para nuestro crecimiento espiritual. Al leer la Escritura debemos preguntarnos como este pasaje aplica a mi vida personal y me ayuda a ser mejor. Por ejemplo, hace unos días en las lecturas de la Misa diaria escuchábamos la historia de Jonás. En el capítulo 4, el autor sagrado nos narra que Jonás al ver la conversión de Nínive se molesta con Dios. Yo me imagino a Jonás en un verdadero berrinche como niño chiquito que no ha logrado algo. Como es posible que este grupo de paganos se haya salvado del castigo divino gracias a la predicación del profeta.
¿Cómo podemos aplicar esto a nosotros? El sentido moral del pasaje podría aplicarse al ponernos en las sandalias de Jonás. ¿Alguna vez me he considerado superior a alguien por saber más sobre la fe? ¿Me ha causado menospreciar a otra persona o juzgarla al pensar que soy mejor que ella? ¿Me causa berrinche el ver que Dios bendice a otras personas que en mi opinión son pecadoras y viven una vida lejos del Señor? Todos debemos profundizar la Escritura y aplicar este sentido moral a nuestras vidas dentro de la Oración con Jesús. Es en este punto que podemos descubrir maneras distintas de cambiar y mejorar espiritualmente.
Finalmente tenemos el sentido anagógico el cual nos ayuda a “ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego: «anagoge») hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste” CIC 117. Veamos un ejemplo final donde vemos los diferentes sentidos en un mismo texto de la Escritura. Juan 2:18-22 nos narra a Jesús en el templo proclamando que “destruyan este templo y yo lo reedificaré en tres días”. En ese instante su audiencia entendió literalmente que Jesús estaba pidiéndoles que destruyeran el templo de Jerusalén ya que él podía reconstruirlo en 3 días. El evangelista nos dice que en realidad Jesús estaba hablando alegóricamente, ya que, después de su Resurrección se entendió que el templo al que se refería era su cuerpo que resucitaría al tercer día. El sentido moral puede ser aplicado con respecto al “templo del Espíritu Santo” que somos todos los Bautizados (cfr. 1 Corintios 6). ¿Cómo puedo cuidar que este templo (yo) sea digno para que el Espíritu Santo viva en mí? ¿Pongo en riesgo mi salvación al destruir el templo por medio del pecado? Finalmente, el templo de Jerusalén de manera anagógica nos recuerda que tendremos una nueva Jerusalén en la cual no habrá ningún templo ya que es la ciudad entera, la nueva Jerusalén, la novia de Cristo la que vivirá en comunión con Él.
La próxima vez que lea la Escritura o escuche las lecturas en la Misa, trate de aplicar estos cuatro sentidos. Sobre todo, busque aplicaciones morales que puedan aplicarse a su vida diaria. San Josemaría Escrivá invitaba siempre a participar del texto como un actor más de la historia. Él decía que cuando uno lee un pasaje uno debe de entrar a la escena y hacerse uno más de los personajes. Que imagináramos el contexto incluyendo el lugar, las personas, sus expresiones, y ambiente. Esto ayuda enormemente a hacer una oración más íntima con Dios. Al mismo tiempo un buen comentario sobre la Biblia ayuda a entender estos sentidos de la Escritura de manera firme dentro de la enseñanza de la Iglesia. En español a mí me gusta el comentario de la Universidad de Navarra el cual ayuda a entender estos sentidos dentro de una enseñanza sólida y siempre aplicándolos a la vida diaria.