Recién he estado hablando con varia gente sobre nuestro uso los medíos sociales como Católicas. Ya todo estamos de acuerdo que la comunicación ha pasado por una revolución en los dos o tres decades pasados, ya no podemos volver para atrás. ¿Pero sabés que ya hacía tres decades, nuestra Madre Iglesia estaba contemplando como íbamos a enfrentar ese cambio? En los decretos del Segundo Concilio Vaticano, había uno dedicada explícitamente a esa tema: Inter Mirifica (Decreto Sobre Los Medios De Comunicación Social). En ese tiempo estaban hablando del radio y la televisión y las medías de noticias – pero ya podrían ver que el horizonte irá pronto mucho más allá. Allí dice:
Por lo demás, toca principalmente a los laicos vivificar con espíritu humano y cristiano estos medios para que respondan plenamente a las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino.
Allí me hace reflexionar en la gran misión que tenemos como Católicos – ¿como vamos a ser diferentes en cuanto el uso de los medios de comunicación sociales? Primero se trata de aprovechar esas nuevos instrumentos para la evangelización, y ese texto que mencioné habla de eso. Ahora yo quiero ir más allá del contenido que publicamos, aunque esa es claramente parta de la misión.
Fíjense en este foto famoso del Vaticano, frente la elección del Papa Benedicto y entonces Papa Francisco:
Enfrentado con ese foto, mi primera pensamiento fue – ¿Estas personas están realmente presente a lo que está sucediendo, o están viendo todo a través de una pantalla para que pueden probar después que estaban allí? Así, ¿no es posible que todos se les perdieron ese momento?
El mismo Papa Francisco nos habla de eso que quiero destacar ahora:
“…y esto [los nuevos medias] es algo bueno, es un don de Dios. Sin embargo, también existen aspectos problemáticos: la velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión mesurada y correcta de uno mismo. La variedad de las opiniones expresadas puede ser percibida como una riqueza, pero también es posible encerrarse en una esfera hecha de informaciones que sólo correspondan a nuestras expectativas e ideas, o incluso a determinados intereses políticos y económicos.
El mundo de la comunicación puede ayudarnos a crecer o, por el contrario, a desorientarnos. El deseo de conexión digital puede terminar por aislarnos de nuestro prójimo, de las personas que tenemos al lado. Sin olvidar que quienes no acceden a estos medios de comunicación social –por tantos motivos-, corren el riesgo de quedar excluidos. (Mensaje del Papa Francisco para la 48º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales)
El Papa toca la relación entre el externo y el interno – y es aquí que encuentro la semilla de nuestro misión como Católicos usando los nuevos medias – ¡cómo tenemos que ser diferentes! Cuando intentemos absorber tanta información tan rápido, no podemos elaborarlo interiormente. Piensa en que pasa cuando comes demasiado rápido – duele el estómago por la indigestión. Nuestro cuerpo es demasiado lleno y eso se hace sentir incómodo. La misma puede pasar con nuestra vida interior. Nuestro alma, corazón, y mente puede hacerse sobre-saturada.
¿Qué es el resultado? No absorbemos lo que es importante, y no somos capas de reflexionar de manera objetiva sobre lo que hemos leído. Así se crea el hombre colectivo – hablo más de eso en un momento.
El Papa también habla de cómo ese dinámico exterior-interior afecta nuestras relaciones. Podemos hacernos demasiado conectada de manera exterior – siempre actualizada con el WhatsAp, el facebook, lo que sea – que nos da la ilusión de conocer al otro. Pero interiormente estamos vacíos y no nos conocen por nada. No hay una relación íntima- no hay un encuentro verdadero. No sabemos nada de la experiencia interior del otro, pero que vimos sus fotos en facebook, pensamos que ya entendemos. Nos roba la experiencia de recibir y también a compartir y a contar de manera profunda y cercana.
Si continuamos a recibir tanta información sin sortearlo, sin dejarlo bajar a un nivel más profundo, sin reflexionar sobre ello con Dios para ver que quiere Dios con eso, y si nos dejamos llevar por la corriente de la media y la opinión pública sin activar nuestra voluntad libre, entonces nos convertimos en el hombre-masa. Este es la observación de hizo el P Jose Kentenich durante su trabajo con matrimonios en los EEUU hace más que 60 años:
El hombre colectivo es el hombre-masa, el hombre-radio, el hombre-película, el hombre-televisión, que ha perdido el núcleo de su personalidad, que sin voluntad como las hojas de las ramas del árbol se deja llevar hacia todos lados por las opiniones de su alrededor, por el ritmo de vida de su tiempo, y por los comandos de sus líderes y dictadores. Vive de impresiones externas y no es capaz de elaborarlas interiormente. Lo que piensa y habla es copia repetida de la prensa, o la simple imitación dependiente de lo que la radio y la televisión ya han dicho anteriormente. El hombre colectivo puro ha sido despojado de la nobleza de su dignidad y de su libertad real.
Y ahí está: sin Dios, despersonalizado, sin moral ni tradición, sin alma y partido en dos en sí mismo y en su mundo. (Cuarta prédica para el Año Mariano, 1954, Milwaukee, Wisconsin)
Yo a veces me ha encontrado inundado en este ritmo y en necesidad de reflexión interior. P Jose Kentenich nos dice que nuestra gran ayuda en este camino del hombre moderno, mientras aprenda vivir de manera orgánico, libre y plenamente humano en el medio de este mundo desenfrenado es la mujer sencilla de Nazaret, que la Virgin María. ¿Qué sabría ella de Twitter y facebook? ¿Como podría ella ayudar? Porque ella es la modella de harmonía perfecta entre lo natural y el sobrenatural, y el ejemplo supremo de como contemplar nuestro vida cotidiana con Dios. In el mismo charla citada arriba, P Kentenich dice:
La Santísima Virgin es la luminosa imagen puesta a todo esto. Ella ha vivido ejemplarmente el lema: “Omnia uni,” todo para el Dios único! Se ha entregado total y enteramente a Dios. Sabemos que fue creada en vistas de Cristo y que se puso a entera e incondicional disposición suya y de su obra. Su grandeza estriba todo en el mundo sobrenatural. Al hombre sin Dios, le opone Ella el hombre enteramente divinizado. En eso confluyen todos: la Inmaculada Concepción y la Maternidad divina, su ausencia de pecado y su Asunción, su papel de Corredentora, de Mediadora, y su dignidad real….
Así, opone Ella al hombre despersonalizado y desmoralizado, una personalidad libre, afianzada en Dios y enlanzada en el orden divino. Nos advierte que Dios estima y protege nuestra libertad, y que tampoco quiere santificar ni salvar el mundo sin nuestra colaboración…El hombre colectivo es un hombre sin alma. No tiene corazón ni esprítiu. A él se opone María como Madre de la bondad y de la misericordia. El hombre moderno, internamemente desgarrado y dividido, que a pesar de la vecindad externa se atrofia en una gran lejanía interior de su prójimo, ve en Ella el ideal de un hombre en paz en todos los sentidos: en paz consigo mismo, en paz con Dios, en paz con su mundo.”
!¿Cómo es eso para una llamada?! ¡Esto es cómo somos diferentes como Cristianos y consumidores de la nueva media y media social, como
debemos relacionarnos a ellos! Como María, buscamos echar nuestros raíces en Dios, interiormente en paz y centrados en El mientras nadamos por el los corrientes densos de información en nuestros tiempos. Como María, buscamos ser auténticamente y interiormente vinculado a los otros con relaciones cálidas, verdaderas y perdurables. Y también, como María, enfrentamos todo esas desafíos con la esperanza y con las preguntas de un hijo: ¿Qué significa eso para mi? ¿Qué me está preguntando Dios por ese acontecimiento de mi vida? Asi podemos reposarnos en Dios y dejar entrar más profundamente lo que es importante, y no quedarnos en el superficie. Así tenemos que enfrentar esos tiempos nuevos. No se corresponda a los Cristianos a desesperarse frente los corrientes modernos (aunque sí experimentemos un “choque de culturas) ó escondernos de la cultura de hoy por el miedo ó la indiferencia. Tampoco le corresponde a saltar hacía los corrientes sin hacer esas preguntas como hijo al Dios Padre y confiar que El nos dará la respuesta. Estamos llamadas a caminar con esperanza, prudencia y discernimiento hacia el siglo XXI!
Y por si acaso todavía necesitas más inspiración, voy a cerrar con una última cita de la misma charla:
María es llamada la Vencedora de las herejías. Se ha manifestado como tal brillantemente en el curso de los siglos. Y aplastará también las herejías del colectivismo contemporáneo. Lo hace por medio del ideal de su propia personalidad y por su mediación de todas las gracias, que están orientadas a formar personalidades grandes, fuertes, que tengan el valor de nadar contra la corriente a imitación de Ella y que estén dispuestas a entregarse enteramente a Dios para su Obra de redención, y que tienen el ánimo de dejarse crucificarse por su ideal. Por experiencia sabemos que Ella forma tal personalidades y las lleva de la mano como instrumentos, a la lucha de espíritus, en la arena de la vida: en la familia y el trabajo, en las calles y las plazas, en la vida política y en los salones del gobierno. Así quiere ser interpretada hoy la palabra: “¡Ahí está tu Madre!”