En los momentos de mi niñez cuando no me portaba bien, mi papa a veces tenía que tomar medidas más fuertes que palabras, como pegarnos brevemente con el cinto o con la mano. ¡Ay! ¡Sí! No eran mis mejores momentos. Cuando mi papa intentaba pegarme, yo tenía la reacción de intentar protegerme con la mano. No sé por qué, si yo ya sabía que eso no me funcionaba. Me decía mi papa, “No metas la mano.”
Unos de mis hermanos menores (y más travieso que yo) tenía otra reacción. Vamos a llamarle el efecto “Jonás”. El salía corriendo. Si hubiéramos tenido un mar y barco cerca de nuestra casa, me imagino que igual que Jonás, allí hubiera llegado mi hermano para intentar escaparse. Igual que el libro de Jonás en la biblia, ver a mi hermano correr era un poco chistoso. Ni en una a ballena iba escapar mi hermano de nuestro papa, no sé por qué corría.
A veces como adultos, uno también quiere meter la mano en los planes de Dios o correr de lo que nos tiene preparado. No para castigarnos, sino para darnos una vida que es parte de su gran plan y misericordia. ¿Él es nuestro padre, como va querer algo que no es bueno para nosotros?
“Yo se los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” Jeremías 29:11
Igual que nuestro padre aquí en la tierra, nuestro Padre en el cielo solo quiere nuestro bien. Hay algo que estoy aprendiendo (a veces muy lentamente) pero lo estoy aprendiendo. Si ponemos TODA nuestra confianza en Dios en cada cosa de nuestras vidas, Él nos dará todo lo que necesitamos y hasta más. En muchas ocasiones me tengo que recordar que hay que dejar todas nuestras preocupaciones en las manos de Dios. Confiar a veces va requerir un poco de valentía. Bueno no voy a mentir, a veces va tomar mucha valentía. No seamos cobardes.
Tres veces pedí al Señor que me librara, pero él me respondió: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad”. 2 Corintios 12: 9-9
Puede haber momentos en nuestras vidas cuando le pedimos a Dios que nos quite un problema o sentimos que ya no aguantamos ciertas situaciones más. Esos son los momentos más críticos para confiar en Él. Es importante confiar que El cuidara de nosotros y que busquemos hacer Su voluntad. Que no solo intentemos tener todo en nuestro control o tomar decisiones por nosotros mismos. Necesitamos a Dios. Necesitamos de su dirección.
Hay que tomar el tiempo para reflejar si hay áreas de nuestras vidas donde tal vez no confiamos en El.
¿En nuestras oraciones le pedimos a Dios solo nuestros deseos o nos abandonamos a su voluntad?
¿Invitamos a Dios para ser el centro de nuestros matrimonios para tener hijos o nos aferramos a los anticonceptivos, o hasta decidimos casarnos solo por el civil?
¿Nosotros decidimos todo por nuestros hijos a la hora de pensar en su futuro o los dirigimos a Dios para El los guie en camino que Él les ha preparado?
¿Ponemos toda nuestra confianza en nosotros mismos en nuestro trabajo o reconocemos que solo por El tenemos talentos y capacidades? ¿Recordamos que lo necesitamos a Él?
Confiamos que hasta nuestro dinero, por mucho o poco que sea, es de Él. ¿Lo dejamos ir libremente por el bien de los demos, confiando que Dios proveerá por nuestras necesidades, o guardamos nuestro dinero codiciosamente para asegurarnos nosotros mismos?
La lista continúa para cada área de nuestras vidas. No hay razón por que temer o vivir corriendo de los brazos de Dios. Quien mejor para guiarnos y cuidarnos que nuestro Dios Padre Todo Poderoso, El Creador del cielo y la tierra.