Acabamos de ver la inmensidad de la Jornada Mundial De La Juventud 2013 con tres millones de jóvenes atentos a las palabras y cada movimiento del Papa Francisco. Los mensajes del Papa nos han dejado a todos inspirados y listos para seguir el camino como discípulos de Cristo. Nos ha bendecido de nuevo con su ejemplo.
En su viaje de regreso al Vaticano, el Papa contesto varias preguntas en una entrevista. Dio unas respuestas que fueron mal interpretadas, especialmente por los medios de comunicación. En corto, el Papa estaba reiterando que en la Iglesia y como cristianos no juzgamos a las personas. Es una verdad de la Biblia que viene de Jesucristo, que no es nuevo, y no ha cambiado desde el principio de la Iglesia. Debemos amar a todas las personas. Lo que hay que aclarar es que esto no quiere decir que nuestras acciones nos son juzgadas. El Papa fue muy claro en esto. El pecado es pecado y Jesús fue muy claro en este tema también. Todos sabemos las enseñanzas de la Iglesia. Lo que pasa es que en veces tomamos la decisión de no obedecerlas.
Dios es Amor. Dios es Misericordia. Nos espera para darnos el perdón de inmediato y sin preguntas. Olvida nuestros pecados como si nunca hubieran sucedido. Lo que si nos pide es que no sigamos en el pecado. Nos ofrece algo mucho más hermoso en cambio – una vida con El.
Lamentablemente, lo que sucede, es que cuando escuchamos, “No juzgues”, rápido lo usamos como una excusa para justificar nuestras acciones y nuestro alejamiento de la verdad. Tomamos el pensamiento de que si nadie me puede juzgar, entonces nadie se puede meter in mis decisiones o las de los demás. Esas palabras, “No juzgues” las usamos como un pase gratis para actuar (individualmente y como sociedad) en la manera que nosotros deseamos y a nuestra manera. Todo es permisible porque nadie debe juzgar. De consecuencia empezamos a olvidar lo que es verdad y sentimos hasta resentimiento contra lo que es inconveniente para nuestra manera de vivir.
Dios nos da la gracia y las fuerzas para vivir una vida lejos del pecado, pero también nos dio voluntad propia. Solo nosotros podemos tomar la decisión de aceptar a su amor y su perdón. Entonces, mi consejo en esto es, que tomemos una mirada seria a la manera que aplicamos, “No me juzgues”. ¿Realmente no somos capaces de vivir fuera del pecado? ¿No tenemos las fuerzas para ser obedientes a los mandamientos de Dios? Tomar el camino a la santidad no es fácil, pero es el camino que realmente merecemos. Somos hijos de Dios y lo que Nuestro Padre ha preparado para nuestras vidas vale la pena – mucho más que cualquier cosa que nos aleja de Él. En las palabras del Papa Emérito Benedicto XVI,
El mundo les promete comodidad, pero no fueron hechos para la comodidad, fueron hechos para la grandeza.