Nunca me imagine estar frente al micrófono dando mi testimonio. Dar una presentación de mercadotecnia o de estadísticas siempre fue muchísimo mas fácil para mi que dar mi testimonio personal. Creo que para muchas personas no es fácil. Pero es algo que no podemos dejar de hacer. Contarle al mundo de la luz que Dios da a nuestras vidas es el corazón de la evangelización.
Se puede evangelizar de muchas formas, pero tu historia personal es algo que tiene un toque especial. Es donde brilla la gracia de Dios. Porque en medio de las tormentas y a pesar de cada cruz, hay una luz, una esperanza y una verdad que te ha sostenido – Jesucristo. Es ahí en tu historia que el mundo puede conocer más a Jesucristo.
Tengo la bendición de conocer a muchos hermanos y hermanas en Cristo que han compartido su testimonio. Sus historias han tocado mi corazón y mi vida porque veo la inmensa confianza y esperanza que tienen Dios a pesar de todo que han vivido, dando toda gloria a Dios a cada momento. Doy gracias a Dios por esas personas y esas bendiciones.
Voy a confesar, que para llegar a dar me testimonio le pregunte a Dios “¿Señor, que me estas pidiendo que haga?” Y luego solo por su gracia y por las oraciones de los demás fue que logré cumplirlo. Me he dado cuenta que cada vez que le entregamos algo a Dios, Él lo devuelve lo doble o mas. Nunca vamos a lograr dar más que El.
Practiqué varias veces frente a mi esposo y creo fueron las mismas que temblé y lloré. Pero el día que me paré frente al micrófono, no hubo duda que sentí la ayuda del Espíritu Santo. Así es para cada cosa que hagamos por el bien del Reino de Dios. Dios nos acompaña y provee la gracia necesaria.
No es fácil contar la obscuridad de nuestras vidas, especialmente en un mundo donde siempre tenemos que tener todo bajo control. Pero, es en estos tiempos que más necesitamos llevar a Jesucristo al mundo. No tenemos que contarle todo a todos, pero cuando haya una oportunidad, platica lo que Dios ha hecho por ti y como te acompañado no solo en los buenos tiempos, sino también en los mas difíciles.
Dios siempre puede usar nuestras pruebas, penas, y errores para el bien, cuando se lo ponemos a sus pies. De eso no tengo ninguna duda.