Por todos lados nos rodea el mensaje de la mujer latina y su belleza. Nos puede llenar un poco de orgullo ya que por todos los medios se escucha que ya somos muchos los hispanos en este país y del “poder” del hispano. Ya sea en las elecciones, como consumidores, o posiciones importantes. Voy admitir que yo he sido muy culpable de darle mucha importancia a todos estos mensajes. Como mujeres latinas llegamos a desear ser una mujer bella como las de la televisión o la revista o una mujer con un puesto muy importante, pero a veces se nos olvida poner los ojos en la mujer ideal.
Todo cambio para mí cuando empecé a conocer una mujer muy bella, la más bella realmente – La Virgen María. Hubo muchos años en que pensé que no era importante darle su lugar. Jesús era el único y más importante. Y es cierto que Jesús debe ser el centro de nuestras vidas. Debemos darle todo y debe ser lo más importante en nuestras vidas. Pero por eso mismo, María, siendo su madre, tiene algo muy importante que enseñarnos. Ella nos quiere ensenar a su hijo a través de sus ojos y su corazón. Nos muestra el camino que debemos tomar con su propio ejemplo.
Creo que todo empezó para María, cuando el Ángel Gabriel le explico lo que Dios le estaba pidiendo. Aun con miedo e incertidumbre, fue firme en su respuesta y dijo “Yo soy la servidora del Señor; hágase en mi lo que has dicho.” Ahora cuando me enfrento con miedo y un poco de cobardía para hacer lo que Dios me esta pidiendo, recuerdo la valentía y las fuerzas de la virgen María. Ella dejo al lado todo sus miedos y dudas para hacerlo lo que Dios le pidió.
¿Si hay una mujer fuerte a quien debería ser nuestro verdadero ejemplo, no debería ser la Mama de Jesús? Fue quien lo cuidó y lo amó con todo su corazón en este mundo. Lo vio crecer, lo conocía mejor que nadie, y aceptó la voluntad de Dios fielmente. Ella guardó todo momento de la vida de Jesús en su corazón y cada evento la hacía reflejar en la grandeza del Señor. Pensemos en su camino a Belén, llegar y sin tener lugar en donde dar luz, luego presenciar la visita de los pastores y los tres Magos. Después ella y José tuvieron que huir para Egipto para proteger la vida de Jesús. Años después en la boda de Cana, donde Jesús hizo su primer milagro, María le dijo a los sirvientes “Hagan todo lo que él les mande”. Como nuestra Madrecita Santa, nos pide a nosotros lo mismo.
Lo que más me impacta ahora que soy madre, es el papel de María, al ver a Jesús en el camino a Calvario. Su corazón roto, sin poder quitarle el sufrimiento a su hijo, caminó a su lado. Y luego, vio su sangre derramar cuando lo crucificaron. Tal vez no entendía realmente por qué todo estaba pasando de esa manera, pero acepto todo con fe. Su sufrimiento fue unido con el de Jesús, y ella no se fue de ahí. Se quedo hasta que bajaron a su cuerpo de la cruz y lo tomó en sus brazos. Hay momentos en la vida que sufrimos. Como María, podemos quedarnos ahí a los pies de la cruz, con fe que Él nos dará las fuerzas que necesitamos.
Cuando me preocupo por el camino que esta tomando nuestra cultura en este país, reflejo en la Virgen María. Llego a ver una madre sirviendo a su familia y en su hogar y veo que eso realmente refleja el ejemplo de María. Pero el mundo nos dice que no hay satisfacción en ser así. También veo a los que trabajan duro y humildemente pero que ponen toda su fe en Dios como ella lo hizo. Es bello y creo que se están perdiendo estos ejemplos, cuando nos decimos unos a los otros que hay que demandar el respeto como hispanos, que hay que ser el más codiciado por lo que somos y que la meta más importante es ser poderosos y tener influencia. No me mal entiendan, es bueno salir adelante y tener metas. Pero no hay que olvidar que La Virgen María se le apareció a un hombre muy humilde en nuestro lindo México.
Como mujeres recordemos que nuestros cuerpos son un templo de Dios, no hay que vestir con ropa provocativa para ser bellas. Al contrario, hay que cubrirlos por que son preciosos, y hay que cuidarlos mucho. Veamos la belleza de la Virgen María con su manto puesto sobre su cabeza. No digo que tenemos que vestir como monjas, pero hay que cubrir el cuerpo como se merece. Hombres, recuerdan a la Virgen María, cuando vean o traten a las mujeres. Denles el respeto que se merecen. El mundo nos dice que todo esto que digo no tiene sentido, pero que no se nos olvide quien somos realmente – hijos de Dios. Y nos dio a la virgencita el mismo para que nos cuidara como madre. Hagamos el intento de seguir su ejemplo como buenos hijos.