La semana pasada platicamos durante la clase que estoy impartiendo en Saint William sobre la Tradición y el Magisterio. Este es un tema fundamental el cual se debe de conocer para poder comenzar cualquier plática apologética sobre todo con hermanos protestantes. Se puede hacer la analogía del banquito de tres patas, en donde la Tradición Oral o Apostólica, la Tradición Escrita o Biblia, y el Magisterio mantienen el balance y soporte de la Iglesia. La Tradición, la cual coloquialmente se puede decir que va con “T” mayúscula, es el conjunto de enseñanzas directamente transmitidas por Nuestro Señor Jesucristo a sus apóstoles. En sentido estricto, esta Sagrada Tradición Apostólica incluye el contenido de las Sagradas Escrituras y muchos otros elementos transmitidos oralmente y que no están documentados en la Biblia. Por el otro lado, el Magisterio es la capacidad, autoridad y mandato que tiene la Iglesia de ser el intérprete oficial del depósito de la fe. Magisterio es una palabra que implica el enseñar e instruir. Nuestra Santa Madre Iglesia tiene este privilegio especial de tener la autoridad de enseñar sin error cuestiones de moral y fe cuando ella oficialmente enseña a través del Santo Padre o de los Obispos de todo el mundo en unión con el Papa. El Catecismo de la Iglesia Católica explica estos puntos en sus párrafos 74 al 100.
También es importante reconocer que la Iglesia tiene algunas prácticas que se pueden considerar como tradiciones con “t” minúscula. Estas son prácticas y disciplinas que no tienen una continuidad con la Tradición Apostólica, son normas piadosas que de alguna manera u otra dependiendo de cada persona deben de ayudarla a crecer espiritualmente. Estas tradiciones pueden cambiar, aparecer o desaparecer y los católicos no están obligados a practicarlas. Algunas de estas tradiciones incluye, el Santo Rosario, las Novenas, la Coronilla del Señor de la Misericordia, el Escapulario entre muchas otras. De hecho, alguna vez escuche de un catecúmeno, persona en proceso de conversión al catolicismo, que estaba agobiado tratando de seguir todas las prácticas piadosas que estaba aprendiendo. Esto no debe ser un problema y es signo que se ha llevado al exceso, debe ser en todo momento una ayuda y soporte para el crecimiento espiritual. En esta misma categoría de tradiciones se incluyen las apariciones aprobadas por la Iglesia ya sean de Nuestro Señor, Nuestra Señora o algún otro Santo o Ángel. Yo siempre he recomendado e insistido que al menos que sean apariciones aprobadas oficialmente por la Iglesia, como por ejemplo, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Fátima, o Nuestra Señora de Lourdes entre otras apariciones, se debe de tener prudencia y duda de cualquier otra aparición.
Otro punto importante es la diferencia entre la revelación pública y la revelación privada. Todas las verdades que se necesitan para nuestra salvación fueron transmitidas por Nuestro Señor a los apóstoles por medio de la Tradición Apostólica y esta transmisión terminó de incluir nuevas verdades con la muerte del último de ellos, normalmente atribuido a Juan el discípulo amado por el Señor. Con su muerte, el depósito de la fe y la revelación pública se completó. Esto puede imaginarse como un barril en el cual no existe más lugar para verdades nuevas. La Iglesia tiene como parte de su responsabilidad de enseñar, el cuidar, estudiar y reflexionar el depósito de fe. Nada puede ser añadido al barril solamente puede reflexionarse sobre sus contenidos para poder tener un mejor entendimiento de su contenido. La Iglesia por 2000 años ha ponderado las verdades de fe y poco a poco entendido mejor esta revelación pública dada por Dios a los hombres. Por el otro lado, se tienen ocasiones donde revelaciones privadas se dan a individuos o grupos pequeños en donde normalmente por medio de una aparición se comunica algo. En el proceso de investigación de la Iglesia para poder aprobar o condenar la aparición, la Iglesia comparará la revelación privada en contra de la revelación pública. Si el contenido nuevo trata de aumenta alguna verdad o va en contra del depósito de la fe, esto es evidencia clara que el mensaje no proviene de Dios. Una vez más, se debe de tener la prudencia y criterio de entender si el mensaje que se comunica trata de aumentar algo o peor aún contradecir a la Tradición Apostólica. Muchas veces católicos bien formados pueden detectar sobre todos problemas que inmediatamente ayuden a evitar esto, sin embargo es siempre bueno dejar que la iglesia oficialmente ofrezca su maternal consejo.
Regresando al principio del artículo, ¿por qué es importante entender estos conceptos cuando uno tiene alguna plática con algún hermano separado? La importancia se debe a la necesidad de entender el concepto de autoridad. Es posible que alguna vez te hayan preguntado sobre alguna de las doctrinas, purgatorio, indulgencias, dogmas Marianos, etc., y en qué lugar de la Biblia se encuentra la evidencia de ellas. Sin embargo, es totalmente correcto responder pidiendo la misma evidencia que muestre que cada una de las creencias, doctrinas y prácticas deben de estar incluidas en las Escrituras. La verdad es que en ningún lugar de la Biblia, ella dice que se debe de tener evidencia de cada razón o creencia. Esto es en realidad una tradición, con “t” minúscula, que está muy arraigada en el protestantismo. Es fácil y triste de comprobar que esto es cierto, cuando se ha calculado que existen más de 30,000 diferentes denominaciones que dicen tener la verdad. No es posible que todas tengan la verdad cuando en algunos casos no existen dos respuestas posibles para el mismo punto. Por ejemplo, ¿el purgatorio existe?, independientemente de que esté o no en la Biblia, la pregunta requiere un “sí” o un “no” como respuesta. No tiene la posibilidad de aceptar un “depende” como tal. Desafortunadamente, el relativismo de pensar que la verdad puede ser manipulada por mi creencia y no por la evidencia de la verdad ha causado entre muchas otras cosas que existan estas separaciones y rupturas en el cristianismo.
Finalmente, los católicos somos criticados algunas veces porque tenemos un Papa que nos guía y seguimos. La crítica surge de la idea que debemos seguirlo ciegamente convirtiéndose en un tipo de dictador o tirano que tiene poder sobre la Iglesia. Sin embargo, el Santo Padre es nuestro guía pero al mismo tiempo es nuestro padre amoroso siempre preocupado por sus hijos espirituales. No podemos quejarnos de la bendición que el Espíritu Santo ha vertido en los últimos Papas que han guiado a la Iglesia. Sin embargo, cada iglesia protestante tiene su propio “papa”. No importa que tan opuestos sean a la oficina pontificia, cada una de estas 30,000 denominaciones tienen su autoridad suprema, su pastor principal, su CEO o en algunos casos su grupo de ancianos. Ellos son la autoridad que decide el credo de cada una de estas organizaciones y en ellos recae la responsabilidad de guiar a su rebaño. Qué difícil posición tienen cuando no tienen la protección que el Espíritu Santo confiere a la única Iglesia fundada por Jesucristo. Muchos de ellos gracias a su honesta búsqueda de la verdad y espiritualidad encuentran el camino a Roma donde descubren la verdadera autoridad. Muchos de ellos, nunca la encontrarán y por cada uno de ellos debemos de rezar ya que llevan una responsabilidad inmensa en sus hombros y no tienen todas las herramientas que nosotros tenemos a nuestra disposición.